Por Nuno Domínguez
publicado n/a La materia
Sistema solar, dentro de cinco mil millones de años. O Sol morreu. Antes de morir, engoliu Mercúrio, Vênus ea Terra. Marte es el último planeta rocoso que sigue existiendo. Es un enigma que separa dos planetas devastados, sobrevive y sigue orbitando alrededor del cadáver de su estrella.
Un equipo internacional de astrónomos ha encontrado otra estrella que nos permite viajar al futuro de nuestro propio sistema solar y responder a esta pregunta. Está a 400 años luz de distancia y es una luna blanca, una estrella similar al Sol, de más de mil años se alimenta de hidrógeno. Utilizando el Grande Telescópio das Canárias, uno de los mayores observatorios ópticos del mundo, los astrónomos podrán estudiar la composición de la nube de gas que rodea a la estrella.
“La principal razón por la que estudiamos estas estrellas es que el Sol acabará siendo una de ellas”, apunta Paula Izquierdo, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias y coautora del estudio. “Cuando los planetas más cercanos al Sol sean tragados, las fuerzas del mar eventualmente los destrozarán. Una vez que el Sol vuelva a pegarse y se vuelva blanco, habrá una nube de escombros a tu alrededor, muy similar a lo que vemos ahora.
En un estudio publicado en esta quinta feria en una revista La ciencia, los astrónomos descubrieron las líneas espectrales emitidas por los gases quemados alrededor de la estrella, denominada SDSS J122859.93+104032.9, y confirmaron que se trata de un cuerpo sólido, de hasta 600 kilómetros de diámetro, cuyos metales se evaporan. Una roca orbita tan cerca de su estrella que rota aproximadamente cada dos horas. Su temperatura es de 1.700 grados, y los gases afirman que está compuesto en su mayor parte por hierro, al igual que el núcleo de la Tierra.
El fragmento de roca “debe ser muy denso”, explica Boris Gaensicke, investigador de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y coautor del estudio, “por lo que proponemos que esté compuesto por hierro y níquel”. “Estaba hecho de hierro puro, podría sobrevivir en una órbita en la que no se desintegre. También es posible que contenga hierro y otros materiales coherentes, o eso significaría que podría tratarse de un gran fragmento del núcleo de un planeta cuyo diámetro original fuera de al menos cientos de kilómetros, pues ese es el límite a partir del cual se encuentran estos cuerpos. generó elementos pesados”, explica.
No el año pasado, este mismo equipo fue el primero en descubrir restos planetarios alrededor de un anã branca. Eran fragmentos de roca en plena descomposición. En todo caso, la comida fue adecuada y se pudo observar su tránsito frente a la estrella. El nuevo método empleado en este estudio, basado en la luz emitida por los gases, abre la puerta al descubrimiento de muchos otros sistemas solares muertos, sin necesidad de que estén correctamente alineados con la Tierra.
“Nuestros próximos dos objetivos son encontrar y analizar todos los años blancos hasta 130 años luz alrededor de la Tierra. Por lo tanto, optaremos por presentar metas para un análisis más detallado. Gracias a nuevos instrumentos que se instalarán en varios telescopios terrestres, entre ellos William Herschel de La Palma [Canárias], podremos estudiar mejor estas estrellas y sus remanentes planetarios, lo que nos ayudará a comprender mejor nuestro propio sistema solar”, concluyó Izquierdo.
Luza Fossati del Instituto de Estudios Espaciales de Viena explica en un comentario sobre mi estudio otra decorrencia desta descoberta. «Debido a que estos fragmentos planetarios pueden ser los restos del núcleo de los planetas rocosos, estudiar el espectro de luz de burros blancos como este puede ayudarnos a determinar la composición química y la abundancia de metales en los núcleos planetarios», dice. Esto incluye nuestro propio planeta, ya que es imposible llegar a su núcleo para saber exactamente qué es.